Una de las primeras máquinas de escribir electrónicas. Su revolucionario sistema de bola permitía intercambiar diferentes modelos y tamaños de letra en sus tipos, incluso cursivas y caracteres propios de diferentes lenguas.
Independientemente de sus prestaciones técnicas a la funcionalidad que aportaba destacaba su innovador diseño, que disfrutamos aún hoy a través de cada uno de los cuidados detalles de sus componentes, e incluso su gama de colores y hasta su cálida y personalísima textura rugosa y pintura con partículas metálicas. Un producto, en definitiva, que daba forma a la fresca y avanzada identidad que se transmitió a esta empresa desde el desarrollo del programa de identidad visual corporativa puesto en marcha por Paul Rand y reflejado, entre otros muchos detalles en el famoso cartel pictográfico, en el propio logo en líneas azules, o el diseño corporativo de los embalajes.
Fue un gran éxito que sobrepasó ampliamente las veinte mil unidades previstas de fabricar en el primer año, en que hubo una demanda de ochenta mil. Cuando cumple los 25 años de su puesta a la venta, se habían vendido ya trece millones de esta máquina de escribir que inicia el acceso del usuario a los ordenadores. En este aniversario celebrado en 1986 se retira del mercado para dar paso a los primeros ordenadores personales.
Su creador Eliot Noyes, arquitecto y diseñador industrial, fue director de arte de IBM durante veintiún años.