Se trata del avión supersónico comercial, fabricado entre British Aircraft Corporation (GB) y Aérospatiale (F), hizo su último vuelo el 26 noviembre de 2003. Su elegante e innovador diseño fue símbolo del lujo de su época, que a tantos nos habría gustado experimentar por su extraordinaria ocasión, aún imposible de emular.
Pero su escasa rentabilidad fue el motivo principal de su retirada. De los veinte aviones construidos siete se dedicaron a vuelos comerciales, a partir de 1976, a través de British Airways y Air France, que los utilizaron para las rutas entre Londres y París, con Nueva York y Washington. Resultó la opción de éxito entre las apuestas norteamericana, soviética y europea, ante la que EE.UU. abandonó su proyecto del Boeing SST. Frente a su aplicación en vuelos comerciales, la tecnología supersónica se había generalizado ya en los ’50. Los rusos se dedicaron más a desarrollar bombarderos con su Túpolev, y cuando intentaron mostrar la supremacía de su modelo comercial T-144, en el Salón Aeronáutico celebrado en París en 1973 y en una exhibición frente al Concorde, estalló en el aire. Su diseño se consideraba una copia del modelo europeo, por lo que se le conocía como Concordski.
Sus alas delta y sus cuatro motores desarrollados por Rolls-Royce, denominados Rolls-Royce/Snecma Olympus 593, fueron desarrollados previamente para el bombardero Avro Vulcan. El Concorde fue pionero en el uso del sistema de vuelo ”fly-by-wire”, y fue el primer avión comercial en usar circuitos híbridos.
Mientras los aviones comerciales no supersónicos tardaban alrededor de 8 horas en el viaje entre París y Nueva York, el Concorde sólo necesitaba sobre 3 horas y media, con una velocidad de crucero de 2140 km./h. Que duplicaba la velocidad del sonido. Que es más del doble de la velocidad de los aviones convencionales. La altitud de 18.300 m. era también mucho mayor que la habitual, por lo que debía prever los efectos de los vientos y condiciones especiales. También la velocidad de aterrizaje era muy superior, de unos 274 km./h. Sus alas delta contribuyen a estas condiciones, pero debían tenerse en cuenta innumerables detalles para garantizar la seguridad.
Su experiencia de vuelo era sorprendente, según la opinión de quienes tuvieron ocasión de vivirla, el restaurante era excelente, pero las bajas cifras de pasajeros en unos cinco mil vuelos que realizó no podían mantener su alto coste de inversión y de elevado consumo de carburante. Ello determinó que a partir del accidente que sufrió en 2000 en el aeropuerto Charles de Gaulle se decidiera su retirada de los cielos. Los 18 aviones que han quedado, se exponen en diferentes lugares y museos, entre ellos se muestran en los alrededores de los aeropuertos de Orly y Charles de Gaulle, en París, así como en los de Londres-Heathrow, Manchester, Edimburgo o Toulouse. También existen dos ejemplares de este avión mágico en EE.UU., uno de ellos en el National Air & Espace Museum en la isla de Manhattan, junto a un transbordador Discovery. Entre estos espacios museísticos destaca el Sinsheim Auto & Technik Museum, en Stuttgart, porque muestra uno de ellos junto al otro avión supersónico soviético, del modelo comercial Túpolev 144. El prototipo número 001, que voló entre 1969 y 1973, está junto a otro de los que volaron con Air France, en el Museo del Aire y del Espacio de Le Bourget, en París. Mientras el número 002, que voló prácticamente en el mismo periodo que su predecesor, pero hasta 1976, tenía un morro recto singular, respecto al perfil quebrado que le caracterizaba, y está en el Fleet Air Museum de la Armada Británica, en Yeovilton, cerca de Portsmouth, en el sur del país.
Se trataba de un enorme prestigio internacional de la ingeniería de los dos países que lo desarrollaron, que EE.UU. parece retomar ahora, pues en 2017 la compañía Boom anunciaba que en unos cinco años pondrá en el aire el Boom Supersonic, que reproducirá el diseño del Concorde e igualará las prestaciones de velocidad.
Sin embargo, en este mismo 1969 EE.UU. consigue el máximo logro en el ámbito espacial, de llevar el hombre a la Luna, con el Apolo XI, que se cumple en este 2019 el 50 Aniversario del lanzamiento del Concorde y del Apolo XI, al mismo tiempo.
*Foto de: Eduard Marmet: www.airliners.net
**http://concordeavion.blogspot.com/2012/04/diseno.html